A mi razón de ser
Qué me perdonen los
dioses silenciosos
Y el odio atroz
hacia la muerte.
Para mí no hay más
verdad que tu sonrisa.
La vida es bella
pero efímera,
Tu amor era fruta
madura, la más
dulce y tierna.
Mas para mí no hay
más verdad que tus
palabras.
Puede que un día te
encuentre de nuevo
al final de mi
camino.
Que te vea rodeada
de refulgentes estrellas,
Y seamos polvo
enamorado
como dijo el poeta.
Mas tú ya sabes,
ángel mío,
Que para mi no hay
nada más valioso
que tu vida.
Me quedo triste,
solo y desangelado
Clamando al cielo
por las noches
tu nombre, Rosario.
Razón de la
existencia mía.
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