Nunca te rindas
Ya pasaron las
tempestades del amor,
pero las caricias y
los besos
han dejado una
huella indeleble
en las profundidades
de mi alma.
Es tiempo de
nostalgia y de memoria,
pues tú me diste la
dicha
y la felicidad de
estar vivo.
Yo por mi parte te
concedí
mis mejores
sentimientos,
la luz que antes
estaba escondida
en nuestras
respectivas soledades.
Todo hombre y toda
mujer
renacen a la
felicidad
cuando son amados.
Cuántas veces nos
dijimos
mi cielo, mi bien,
mi todo
y un lenguaje de
cuerpos que se aman
que queda en secreto
entre tú y yo.
Nunca fuiste mía,
siempre te quise
libre,
sin dueño.
Compartimos la
eternidad
en casi tres años
en el Valle,
en tu Valle y en el mío,
nuestra colonia El
Sardinero.
Pudiera ser que
estos versos
sean tristes y un
poco desquiciados.
Tan solo quiero
decirte, mi princesa
Qué mi vida valió
la pena
desde que mi corazón
te pertenece.
Y a ti, lector, que
nunca te rindas
hasta llegar a
sentirte de verdad
enamorado.
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