Anatomía de una sonrisa mística




Todos los fantasmas del pasado
laceran, suave y profundamente a la vez,
la de por sí lóbrega alma mía.
Son aquellos del pasado que dejaron cicatrices
inmarcesibles en mi cansado corazón
desnudo ante los avatares del infierno.
En la lejanía contemplo las alucinaciones 
y delirios de unos niños,
y al fijar mis ojos en ellos
descubro que todos tienen el mismo rostro.
Me son familiares pues recuerdo haberlos visto
en algunos daguerrotipos perdidos
en la memoria.
De repente como si volviera a temer
un rebrote de una enfermedad del alma,
llega a mis oídos
la música y el canto de la esperanza futura,
el perdón, 
y entonces durante un instante bendito
cesa toda herida, 
toda dolencia
y ante mis ojos se representan 
el alfa y la omega.
Me inclino hasta el suelo con temor reverente
y escucho unas palabras de aliento.
Un sudor frío hace que me incorpore en el lecho
y ofuscado todavía de mezclar 
sueño y realidad, 
en mis labios se dibuja el esbozo de una sonrisa...

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