Descansa, amor mío

Mi vida
Hoy te escribo una vez más, amor celeste y tierno, las emociones y los sentimientos se entremezclan en lo más profundo de mi alma.
El sentido de la vida y de la muerte bailan en mí una bella y triste melodía. Los días pasan y la memoria me traiciona, lo intenta al menos, pero la llama de mi amor sigue sin apagarse. Si hay algo noble en el mundo es, sin dudarlo, que los buenos momentos nunca pasan al olvido, tienen vida propia y no se desvanecen, tal vez, hasta la senectud, el destino final o el vacío del ser.
Tú y yo fuimos dos enamorados a quienes el infortunio separó. Mas yo todavía te amo y deseo que allá, en dónde sueñan los justos, te hayas reunido con los tuyos.
Descansa, ángel mío, duerme en completa paz y armonía.
A mí no sé cuánto me cada de esperanza de vida. Todos tenemos algún vicio insano y la desgracia
puede seguir cebándose ingrata y temible.
No tengo miedo, tan sólo considero injusto que te arrebatara la existencia esa jodida enfermedad siendo tan joven, mi cielo.
Me quedan los recuerdos vividos junto a ti, tu aroma, tu elegancia y sabiduría, mi bien más bello y preciado….
Me queda también la culpa, los si lo llego a saber…
Me queda el dolor y la soledad de ser humano y no perfecto.
Miríadas de estrellas por las noches no brillan como tú, Rosario. Sigues siendo la luz que ilumina mi estancia en la oscuridad de la noche y el calor del sol en la mañana al despertarme de mis pesadillas.
Aun así tengo fe y esperanza.

Descansa, amor mío.

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