A mi mujer
Hoy te recuerdo
bailando presente en
la música
de tus hijos.
Hoy te recuerdo
emergiendo
de lo más hondo
de mi corazón
sangrante.
Haces de mi memoria
un templo heleno
dedicado a ti,
mi diosa de la
eterna sonrisa.
Hoy te recuerdo.
Reza mi Dios,
recibe una vida
curtida
en mil batallas.
Recibe una vida
con sabor a hiel
amarga.
Una mujer hecha de
corales
y madreperlas.
Única e
imprescindible,
Única e
inmarcesible.
Sabes que te
llevaste mi alegría,
mis mejores
pensamientos,
mi luz y mi
esperanza.
Ahora soy una triste
criatura,
mi Dios,
presa de las
tinieblas y el desencanto.
Mi herida no
cicatriza.
Nada puede calmar el
dolor
de alguien que se
fue tan lejos,
mas todo final tiene
un principio,
y el transcurso
entre los dos
es lo que cuenta.
Es la vida tal cual
y en la balanza
pesan tanto
las alegrías como
las tristezas.
Ella y yo fuimos
felices
casi tres años
infinitos.
Gracias mi Dios
porque nos amamos
hasta el final de
nuestro tiempo.
Hoy, mañana y
siempre, te recuerdo.
Amada mía.
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