Señor de mi ser y de mi nada


Y después de toda una vida,
ante Vos
inclino mis rodillas.
Señor de mi ser y de mi nada.

Soy de todo menos santo,
pero ante tu cruz me humillo.
Señor de mi ser y de mi nada.

Busqué la nobleza y la honradez.
encontré el amor y la amistad.
atesorando un corazón sencillo y humano.
Señor de mi ser y de mi nada.

Mas perdí los mapas de la existencia,
Y, ya solo, sin instrumentos de navegación,
Caí en el abismo de la maldad.
Señor de mi ser y de mi nada.

Después de una breve oración,
secreta y en silencio,
las lágrimas vuelven a mis ojos.
Señor de mi ser y de mi nada.

Abrazo la fe como un niño
ante la Gloria de Dios Padre,
temblando,
y postrado en adoración.
Señor de mi ser y de mi nada.

Ahora te veo Resucitado,
sentado a la diestra del Creador;
intercediendo por los hombres 
y mujeres de este mundo.
Señor de mi ser y de mi nada.

Salvador de nuestras almas.


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